Han pasado varios años y Francisco aún no olvida las facciones suaves y la sonrisa amable del chofer de la casa hogar Rosa Virginia de las Madres del Buen Pastor, donde él se crio. La voz del conductor le inspiraba confianza. "Madre Magdalena te espera donde el dentista", le dijo aquel hombre. Francisco, entonces tenía 5 años, entró confiado a una oficina llena de papeles y sobre una mesa la figura de una mujer vendada los ojos. Nunca llegó al consultorio dental. Estaba en el despacho de un abogado, el Doctor Rodrigo Campana, en el centro de Quito.
"De ahora en adelante estos son tus padres, tu nueva familia", recuerda que le advirtió un hombre vestido con traje y corbata. A partir de ahí debieron pasar 18 años para que volviese a ver a las religiosas que le enseñaron el abecedario y a contar hasta el 20.
"Calculo que llegué a la casa de esta pareja en julio de 1969, fueron días antes del alunizaje del Apolo 11", cuenta Francisco Guayasamín, cuya infancia no fue buena. Desde que se instaló en el que creyó su hogar fue obligado a limpiar los pisos, arreglar las camas,y lavar los platos y sobre todo no hacer enojar a su padre adoptivo que para colmo era alcohólico.
Cuando tenía 23 años, motivado por la mala relación con su madre adoptiva, Gulnara Oliva Báez, decidió investigar su origen. Volvió a la casa hogar en donde pasó los primeros años de su vida.
Francisco Guayasamín creó Reencuentro, un programa para ayudar a personas adoptadas de forma irregular que buscan a sus padres biológicos. Desde el 2009 ha logrado contactar con 12 personas con infancias similares. Consiguió documentar estos casos con fotografías, actas de inscripción tardías en el Registro Civil, documentos de adopción, etc.
María Wärnelid, es también parte de Reencuentro. Ella es ecuatoriana, pero desde que tenía dos años fue adoptada por una familia en Suecia. Tras investigar, logró conocer que su madre tenía retardo mental. María nos explicó que cree que fue vendida en la década del setenta por veinte mil sucres.
Tania Moreno, fiscal de Delincuencia Organizada y Transnacional, tiene una explicación para estos casos. Asegura que tras la desaparición de un niño se tejen redes de trata, pornografía, adopciones ilegales y tráfico de migrantes. "La desaparición es un antecedente. Como tal, no es un delito, pero el fin de esa desaparición puede ser para alguna forma de explotación o tráfico ilegal".
Tania Moreno señala que en los 12 años que trabaja como fiscal ha evidenciado que las desapariciones de niños recién nacidos y de hasta 4 años se asocian, principalmente, a redes de trata con fines de mendicidad.
Según la Fiscal, el tratante entrega el bebé a una persona para que recorra las calles pidiendo limosnas. "Estas redes los prefieren de esas edades porque no pueden defenderse". Esto tampoco significa que niños de mayor edad sean inmunes a estas formas de explotación. En la Fiscalía de Delincuencia Organizada se han investigado al menos cuatro casos de este tipo en el 2011. Este año hay 164 menores víctimas de trata.
El último fue el de un niño de unos 12 años obligado a mendigar en la capital. El menor fue rescatado hace un mes por el Grupo Operativo Antitrata de la Dinapen, Policía de menores.
Hoy se encuentra en una casa de acogida en donde recibe terapia. Contó que no sabe cómo apareció la larga y rugosa cicatriz que tiene en la pierna derecha. Solo sabe que debía mostrarla para que la gente le diera dinero, si no lo conseguía era maltratado.
Según Moreno, otro riesgo que corre un niño que desaparece es convertirse en víctima de redes de tráfico. Es decir, para ser llevado de forma ilegal a otros países. El último caso que conoció la Fiscalía fue de una pareja que usaba documentos falsos para llevar a niños y adolescentes hacia Colombia y México. "El objetivo era llegar a los Estados Unidos". Una vez en esa nación se perdió todo rastro de los menores. "Es probable que fueran adoptados por estadounidenses, pero también pudieron caer en redes de trata".
La Fiscalía en ese caso logró probar que Alonso Ch. y su esposa Mariana Z. Tenían registrados 14 hijos. Dos niños, en sus documentos, aparecían haber nacido con menos de un mes de diferencia. Esta pareja, por ejemplo, inscribió el nacimiento de Guillermo el 11 de noviembre de 1993 y a su otro supuesto hijo, Marcos Alonso, el 23 de diciembre del mismo año.
También aparentaron tener dos hijos nacidos en febrero del 2000 con solo cuatro días de diferencia de edad. Por este hecho, el Tribunal Tercero de Garantías Penales de Pichincha los condenó, en diciembre del 2012, a 4 años de cárcel.
Conversando en un café, Francisco Guayasmín se retiró su boina para dejar en evidencia su cabeza calva. "Toda mi vida fue una mentira. A mis 23 años se me caía el cabello del sufrimiento". Incluso a los 17 años intentó suicidarse debido a que su vida con su madre adoptiva era un infierno, aunque la mayoría creía que era un cielo. Ante el resto éramos la familia perfecta, pero dentro de casa, el show era diferente.
Su madre adoptiva le sacaba siempre en cara que lo que ella hacía era por caridad. Aunque el descubrió que recién a sus 11 años recibió su apellido y fue legalizado como hijo propio de Alfredo Guayasamin, cuando su padre adoptivo fue diagnosticado con cáncer.
En Ecuador, la adopción ilegal no está tipificada en el Código Penal, por eso no existen estadísticas ni denuncias de este delito. El penalista Wilson Velastegui, asegura que, según la norma vigente, esta clase de delitos son juzgados como uso doloso de documentos falsos o trata de personas. Esto a pesar de que Ecuador es, desde el año 2000, suscriptor del Protocolo de Palermo, Italia. Mediante este documento, los estados se comprometieron a emprender acciones contra la trata de personas. Se incluye la adopción ilegal como una de sus formas. En el proyecto de Código Integral Penal, actualmente, ya se tipifica este delito.
En el último informe global de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito se detalla que en el mundo, al menos dos y medio millones de personas son víctimas de trata, el 21% corresponde a niños.
'Los bebés sienten que fueron arrebatados de sus padres' Los niños que son raptados o que desaparecen presentan afectaciones de tipo emocional que deberían ser tratadas con terapia. Incluso en casos de niños recién nacidos. Antes del nacimiento, los pequeños ya sienten si el mundo es hostil o violento. Cuando por alguna razón se los arrebata abruptamente de sus padres pueden experimentar los cambios que hay a su alrededor. Por ejemplo, he tratado casos de niños que desconocen que son adoptados, pero de forma inconsciente intuyen que la madre que tienen no es suya. Los niños que sufren violencia o explotación a temprana edad es probable que desarrollen miedos o problemas emocionales. Afirma la Psicóloga Carolina Espinosa Jara del Centro Psicoterapeuta Ansuz.
Durante seis meses los padres de una adolescente de 13 años la buscaron. Ella desapareció en Portoviejo, Manabí, en julio del 2012 Agentes de la Dinapen contaron que las indagaciones se iniciaron luego de la desaparición de la niña. En la investigación se determinó que fue plagiada a la salida de su colegio en Portoviejo y que la trasladaron hasta Latacunga, en Cotopaxi.
En esa ciudad fue obligada a cuidar a personas de la tercera edad. Luego en Quito, la prostituyeron. Tras la desaparición de un menor de edad también se vinculan redes de explotación sexual. Según la Organización Internacional del Trabajo, hasta el 2005 en Ecuador había alrededor de 25 000 mujeres en la prostitución, de estas 5 200 eran niñas y adolescentes. El 70% de los menores sometidos a esta actividad, trabaja en locales 'reglamentados' como clubes, bares, discotecas, etcétera y el 30% es obligado a laborar en calles, plazas y en cuartos alquilados por sus captores.
De enero a junio de este año, la Fiscalía ha registrado 408 casos de trata. De estos, 164 víctimas son menores de edad. En el 2012, se reportaron otros 259 casos. 112 fueron con fines de explotación sexual. 30 víctimas eran menores de 17 años. A esto se suma que en Ecuador como en varios países de creencias religiosas supuestamente cristianas, el hombre heterosexual no siente ningún grado de remordimiento o culpa, peor categorizar como pecado el uso y abuso sexual de menores de edad que son vendidas en prostíbulos que ahora tienen el privilegio de llamarse “casas de tolerancia”.
El Consejo Nacional de la Niñez y Adolescencia advierte que los victimarios se aprovechan de la vulnerabilidad de los menores, sobre todo de quienes tienen de 12 a 17 años.
Texto: Sara Ortiz.
Artículo publicado en el año el martes 10 de septiembre del 2013